lunes, 14 de febrero de 2022

La Policía Local, un cuerpo atrapado en el tiempo.

Por Rubén González Boix (*)


Visión retrospectiva del estatuto de la Policía Local.


Tal y como aconteció en aquel ingenioso film de 1993 'Groundhog Day' (estrenada en España bajo el título 'Atrapado en el tiempo'), donde el actor Bill Murray encarnaba a un meteorólogo en crisis llamado Phil que acude a Punxsutawney para cubrir el famoso evento y que por circunstancias climatológicas se ve forzado a vivir el mismo día una y otra vez. Resulta recurrente la necesidad inaplazable de crear un organismo nacional de coordinación de las Policías Locales o mejor dicho el establecimiento de un estatuto nacional de Policía Local, unificando estos cuerpos dispersos y asimétricos en un solo cuerpo.


El número 5 de la revista URBE, publicada en octubre de 1935, semanario creado para defender los intereses del “Benemérito Cuerpo de la Policía Urbana”, apolítico y de carácter profesional, en sus páginas dejaba patente por aquel entonces que ya se consideraba “necesaria y urgentísima una restructuración orgánica de toda la Policía Urbana española” animando a todos los integrantes de las Policías Urbanas para contraer la obligación de trabajar en pro de la constitución del cuerpo nacional de policía urbana. Se estaba gestando entonces un nuevo Estatuto Municipal cuya publicación se produjo un mes después y que desde luego no llego a satisfacer las tan ansiadas aspiraciones.


Casi 90 años después seguimos planteando las mismas urgentísimas e inaplazables necesidades. ¿Qué tiene que ver la Policía Local de 2022 con aquella Policía Urbana de 1935?


La mejor forma de no cometer los errores del pasado es aprender de ellos, si nos centramos en la provincia de Valencia casi con toda seguridad podemos afirmar que nuestra Policía Local tiene una antigüedad de 150 años, la Guardia Municipal de Valencia se constituyó entre los años 1870 y 1873, la de Alzira en 1874 y así sucesivamente fueron creándose cuerpos municipales a finales del siglo XIX. Otros territorios fueron más precoces en la constitución de los cuerpos municipales, analizar todos ellos resultaría una ardua tarea, pero en nuestro caso existe una correlación de hechos que nos hace llegar a una conclusión, la motivación para crear estos cuerpos fue en gran medida propiciada por el vacío en la seguridad urbana causado por la disolución en 1868 del cuerpo de Guardia Rural de esta provincia, conocido popularmente como “Els minyons de Valencia” y que oficialmente se llamaba “Compañía Solta de Fusellers del Regne de València”, estuvo operativa entre los años 1774 y 1868, cuando fue disuelto por la Junta Revolucionaria “La gloriosa”.


Si esta fue la única causa o tan solo una de ellas, no es definitivo pero lo que si queda claro es que la Primera República trajo consigo la creación de las primeras Guardias Municipales en la provincia de Valencia, quedando desde un primer momento clarísima la dicotomía entre el centralismo que quiere monopolizar la seguridad pública, en aquellos tiempos orden público, y el progresismo que apuesta por un modelo policial descentralizado.


La Guardia Municipal vino a cubrir parte del vacío creado por nuestra Policía Autonómica, misión que ha cumplido con creces en estos 150 años de historia. Es necesario destacar que se constituyeron en precario, es decir, sin un respaldo legal específico como el que si tuvo la Guardia Civil (1844) o las Guardia Rurales Municipales (1849) que contaron con sus reglamentos de organización estatales, solo una mera mención de la facultad del Alcalde para crear el cuerpo de la Guardia Municipal en los distintos estatutos municipales (1840-1851 y 1877) y la creación de la Junta Consultiva de Policía Urbana (1852), cuya función era la de asesorar a los ayuntamientos en la redacción de ordenanzas y reglamentos pero que en la práctica fue una institución polémica, centrada en el urbanismo municipal. Hasta los vigilantes nocturnos contaron con una Real Orden en 1834 para el establecimiento del alumbrado público y el servicio de serenos.


Lástima que no se planteara la posibilidad de que esta Junta Consultiva permaneciera en el tiempo y sirviera de hilo conductor para la unificación o coordinación de los cuerpos de Guardia Municipal, no ocurrió entonces, ni tampoco después, habrá que esperar hasta el RD de Gobernación de 1908  y el Estatuto Municipal de 1924 para encontrar las primeras normas con carácter nacional que de algún modo intenten profesionalizar y coordinar estos cuerpos de seguridad, será a partir de 1924 donde se exigirá que para el acceso al cuerpo de la Guardia Municipal sea imprescindible saber leer y escribir.


Que tiempos aquellos, tan solo 10 años después, nuestros compañeros escribían una revista de ámbito nacional promoviendo la profesionalización y unificación de los cuerpos, por entonces habían cambiado de denominación, tras el estatuto del 24 pasaron a denominarse Cuerpos de Policía Urbana.


Con todo el respeto al reglamento de funcionarios de 1952 y a las distintas normas que de forma paulatina han ido atribuyendo a los cuerpos municipales competencias en materia de tráfico, habrá que esperar a la década de los 70 para ver otro intento de salto cualitativo en el concepto de Policía Municipal, nueva denominación de estos cuerpos tras la aprobación del decreto de 1952. La circular 60/75 del Gobernador Civil de Valencia plasmó la necesidad de mantener una información fluida de los medios humanos y materiales de los que disponen las Policías Municipales “habida cuenta la urgente necesidad y conveniencia de unificar criterios de actuación, buscando la máxima coordinación en la intervención de dichas fuerzas para mayor eficacia operativa, muy especialmente por lo que se refiere a la Guardia Municipal…”


La conflictividad social de los últimos años de la dictadura sobrepasaba las capacidades de los cuerpos de seguridad nacionales y se planteó la posibilidad de que fuera la Policía Municipal quien supliera estas carencias, iniciando un proceso de coordinación y unificación que de nuevo no resultó como hubiésemos querido. Cierto es que el Decreto 823/1976 sobre funciones de la Policía Municipal en materia de Orden Público fue todo un avance y EL RD 3046/77, de 6 de octubre por el que se articula parcialmente la Ley de bases de 1975 en lo relativo a los funcionarios públicos locales, por fin estableció lo que podría ser la base reglamentaria de estos cuerpos municipales.


Parecía que esta vez si, la Policía Municipal iba a tener la relevancia merecida, muchas reuniones, muchas misivas a jefes de cuerpos de las grandes ciudades desde Gobernación, para acabar concluyendo que estos cuerpos no cuentan con la formación y la capacidad operativa necesarias para afrontar un reto de tal magnitud. La posibilidad de unificación de los años 30 se cerró con la creación de la Policía armada y el Cuerpo Superior de Policía, por su parte la de los años 70 perdió todo interés con la unificación de ambos cuerpos en uno solo, el Cuerpo Nacional de Policía, el broche final lo puso la aprobación de la Ley 2/86 de FCS, donde quedó claramente plasmado cual era nuestro lugar y nuestro cometido.


De nuevo tenemos el debate sobre la mesa, en 2018 se creó una comisión parlamentaria para estudiar el modelo policial del S.XXI, en 2022 ha muerto la marmota de Milltown Mel (Nueva Jersey) tan solo unas horas antes de la tradicional celebración del 'Día de la Marmota' quedando suspendidos los actos tradicionales de predicción del tiempo hasta encontrar un sustituto. 


Otros territorios nunca pusieron tantas expectativas en la centralidad y apostaron fuerte por sus policías autonómicas, els mossos de escuadra y la ertzantza que se constituyeron como Guardia Rural Provincial en el S.XVIII, al igual que els minyons, fueron suprimidos por la Junta revolucionaria tal y como ocurrió en Valencia, sin embargo, los dirigentes de sus territorios apostaron por reorganizar su policía autonómica. Algo más tarde Navarra siguió este camino con determinación, la Policía Foral se reorganizó a principios del S. XX, tras el paréntesis de la dictadura los tres cuerpos se consolidaron como Policías de primer orden en sus respectivos territorios. Mención merecen otras iniciativas autonómicas más modernas como por ejemplo Canarias (CGPC) o Madrid (BESCAM), que con mayor o menor acierto han sido desarrolladas.


Podemos concluir que la ansiada unificación de las policías locales a nivel nacional no parece resultar especialmente interesante a quienes deben impulsarla, o al menos, resultando interesante se encuentran demasiados obstáculos que sortear. Por suerte la marmota Phil, de Pensilvania, ha pronosticado seis semanas más de invierno. Salió de su madriguera sobre las siete y media de la mañana del día 2 de febrero y ha visto su sombra, lo cual quiere decir que el invierno será más largo.



(*) Oficial de Policía Local.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por el artículo Rubén, vemos el progreso del modelo policial en Cataluña, País Vasco, Navarra, Madrid o Canarias, en P. Valencia, como bien dices se sigue pensando

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  2. Bueno..... A parte de la lección de historia, me he quedado como estaba....

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