Javier Ojer Alonso (*)
Les pongo en situación. Dos fotografías totalmente distintas. En la
primera un padre sostiene con su brazo izquierdo a su hijo, menor de edad,
mientras su brazo derecho permanece levantado y haciendo el saludo nazi; el
niño esgrime una peineta con el
dedo corazón de su mano izquierda. El escenario, un campo de fútbol inglés. En
la segunda fotografía, una niña de apenas 4 años suspendida en el aire, con los
brazos totalmente abiertos, una sonrisa inmensa y bajo ella un charco de agua
situado en cualquier campo que uno se pueda imaginar.
Dos fotografías, efectivamente, totalmente distintas. Podría ser el
inicio y el final de una historia. La historia de la agresividad, el lenguaje
no verbal violento y la intolerancia, en el caso de la primera instantánea. Y
la historia de lo que queda por hacer, del compromiso, de la llamada a la
acción, a mojarse por erradicar la intolerancia de los campos de fútbol en el
caso de la segunda. Dos fotografías que se pudieron ver en la jornada que
organizó la sección sindical de CCOO en Policía Foral, y que reunió el pasado
día 1 de febrero a casi un centenar de profesionales de la seguridad pública y
privada en la Sala Nicolás Oresme de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la
Universidad Pública de Navarra.
Se trataba de abordar un fenómeno social preocupante, no exclusivo de
nuestro país y que es necesario afrontar desde muchas perspectivas sociales y,
entre ellas, la policial. El encuentro, al que además de profesionales de todos
los cuerpos de seguridad que trabajan en Navarra acudieron letrados de la
Federación Navarra de Fútbol y estudiantes de la facultad, fue inaugurado por
el Delegado del Gobierno en la Comunidad Foral, José Luis Arasti Pérez. El
trabajo que desde los poderes públicos se ha hecho y se hace para controlar el
correcto desarrollo de espectáculos deportivos es innegable, pero también es
verdad que la intolerancia hacia el contrario está en el ADN de muchos de los
comportamientos reprochables que se ven en distintos campos de fútbol.
Tal y como afirmaron los cuatro ponentes que
expusieron su experiencia, ante este fenómeno lo importante es la educación en
valores, en respeto al contrario y en aceptación al distinto. De eso sabe mucho
Esteban Ibarra, presidente de Movimiento contra la Intolerancia y conocido
defensor de quienes sufren el acoso, el hostigamiento y la violencia por el
mero hecho de ser diferentes de sus agresores. Los delitos sobre las personas
por lo que son, siempre implican esa intolerancia, y los casos de violencia en
el fútbol son un claro ejemplo de ello. Pese a que en nuestro país el
control de la violencia en el fútbol es superior al del resto de países que nos
rodean –recuérdese el dispositivo policial establecido en la final de la Copa
Libertadores que se celebró en Madrid en diciembre pasado ante la imposibilidad
de llevarlo a cabo en Argentina- lo cierto es que todavía queda mucho por
hacer.
Los numerosos casos de enfrentamientos entre
ultras de distintos equipos de fútbol con los que nos desayunamos frecuentemente
ponen el objetivo en el cambio de tendencia que se está dando en algunos campos
de juego. Se ha pasado del hooliganismo a la guerra de guerrillas. Como dijo la presidenta de la
Confederación Europea de Seguridad (EuroCop),
Àngels Bosch cuando se requiere la
actuación de la policía es porque el resto de instituciones sociales han
fallado. La palabra siempre precede a la acción, pensamiento verbalizado
también por Gabriel Trejo, experto en violencia urbana. Desde un punto de vista
policial siempre hay que estar atento a ese lenguaje que nos rodea y que, en
muchas ocasiones, por falta de formación, concienciación o recursos, pasa
desapercibido. El fútbol es un negocio muy rentable. El 80% del despliegue de seguridad
que se realiza en el deporte tiene que ver con éste. Muchos millones de euros
que dejan al descubierto un innegable negocio.
No se entendería el exponencial desarrollo del
deporte rey sin el acompañamiento de los medios de comunicación tradicionales
(prensa, radio, TV) y actuales (redes sociales). Gustavo Galarreta, experto en
seguridad y persona muy relacionada con los mass
media, habló de la necesidad de un férreo compromiso de esos líderes de
opinión para evitar “alimentar” la tensión que se vive dentro y fuera de los
estadios. El lenguaje que se utiliza es, en muchas ocasiones, el
más idóneo para que las conductas violentas “campen a sus anchas”.
La realidad que rodea a la violencia en el deporte es poliédrica, tiene
muchas caras: fuerzas de seguridad pública, cuerpos de seguridad privados,
clubes de fútbol, empresas, sindicatos, organismos como Movimiento contra
la Intolerancia…Se ha avanzado
mucho pero aún existe un déficit importante. Es necesario abanderar el
principio de legalidad, aplicando las leyes como debe ser. Necesitamos una
mirada actual, moderna, democrática y legal.
(*) Responsable Comunicación Sección Sindical CCOO-POLICÍA FORAL
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