domingo, 7 de noviembre de 2021

La Policía Local en tiempos de pandemia. La Ética del cuidado y el trabajo en red como modelo clave hacia el cambio de paradigma policial.




Por Estefanía Navarrete Ibáñez (*) (**)


Parece que fue ayer cuando en Marzo de 2020 logramos cumplir mi equipo y yo con una de mis ideas más recurrentes que al final se convirtió en realidad. La materialización del “Congreso Internacional de atención a la violencia de género desde el ámbito local. Buenas prácticas en las policías locales”. Precisamente fue el trabajo en red entre diversas concejalías del Ayuntamiento (concretamente protección ciudadana e igualdad) lo que permitió congregar a más de 300 profesionales de la seguridad pública colgando, dos días después de su publicidad, el cartel de “plazas agotadas”. Sin restricciones y con muchos abrazos, logramos extraer conclusiones y reflexionar sobre el trabajo policial de protección a víctimas de la violencia de género desde la perspectiva de las policías locales. Generamos espacios de diálogo, pusimos en común los ”haceres” con intención de mejorarlos, adaptarlos y compartirlos. Una filosofía de trabajo de la que soy ferviente seguidora. Porque juntos y juntas somos más fuertes y generamos muchas más cosas que de manera individual. 

Todo lo duro e increíblemente humano que es tratar con las personas que han sufrido tanto y dar lo mejor de nosotros y nosotras para ayudarlas en el difícil camino de salida, todo ese trabajo tan complicado que es ponerse en la piel del otro o la otra, superarse y aprender a desaprender, me ha dado una perspectiva, creo al menos que, alternativa, sobre todo el resto de áreas policiales. Filosofía y perspectiva que, de una manera u otra también ha afectado a mi manera de ver la vida y mi profesión. 

Como dice un buen amigo y gran profesional de la psicología Pascual Benet “lo difícil no es hacer lo que quieres hacer, sino utilizar las palabras adecuadas para conseguir lo que quieres hacer” 

Y ello lo incardino en el pensamiento abstracto de la psicóloga estadounidense Carol Gilligan que en su libro “la ética del cuidado” da valor a esta parte del desarrollo moral como es el cuidado y que durante muchos siglos ha estado en manos de las mujeres despojándole, en ocasiones, del gran valor real que tiene. Yayo Herrero, ingeniera y  antropóloga; esto segunda carrera la hizo después de darse cuenta que todo lo técnico si no se enlazaba con lo humano carecía de valor, afirma en esta línea: “No hay economía, ni tecnología, ni política, ni sociedad sin naturaleza y sin cuidados” 

La pandemia nos ha ayudado mucho a redimensionar y repensar la importancia del cuidado, viéndolo como una fortaleza de una sociedad avanzada y moderna. El covid nos ha dado otra nueva oportunidad, no sé cuántas llevamos ya, para darnos cuenta de la importancia de lo público y de que solas y solos no podemos conseguir ningún objetivo y tampoco mantenerlo, que nos necesitamos mutuamente y que uno de los ejes transversales debe ser, sin duda, el cuidado y que hay que ponerlo en valor. 

"Hace ya muchos años que existen diversas corrientes policiales que hablan de la policía de proximidad, cercana, de barrio, pero su materialización real, sigue siendo costosa y hay que preguntarse a qué obedece este problema. Una policía donde la escucha activa y el trabajo en red sean el centro neurálgico de todas las decisiones operativas, donde la reactividad pase a un plano secundario; desgraciadamente es una tarea difícil, de otro modo no llevaríamos tantos años hablando de ello sin llegar a lograrlo por completo, desde mi punto de vista." 

Llevo como policía más de 20 años y reflexionando sobre esta idea considero que fallamos en la raíz. Hay que preguntarse: 

¿Nos creemos la ética del cuidado?
¿Le damos el valor adecuado?
¿Sabemos cómo materializarla e implementarla en el ámbito policial? 

Siguen pasando los años y seguimos planteándonos como caminar para conseguir una policía así: más empática, cercana y que “cuide” en el sentido amplio de la palabra, a sus policías y a su ciudadanía y dentro de ella, especialmente a los y las más vulnerables: menores, mayores, víctimas de delitos, colectivos discriminados... en esta línea, no podemos plantearnos, por tanto, un o una policía xenófobo/a, racista, homófobo/a o machista...no debe caber alguien así con uniforme, porque dilapidaría los principios básicos de una intervención basada en el cuidado y en los derechos humanos. 

En época de covid volvieron a mí, de manera recurrente, muchas preguntas, precisamente porque apareció el lado más humano de todos y todas (policías y ciudadanía). Trabajábamos frente a un enemigo común (el virus). El letrero de mi puerta podía haber pasado perfectamente de “jefa de unidad” a “coordinadora de una ong” y fue el momento que recuerdo en mi carrera profesional que más cerca he estado, tanto de mi equipo como de la ciudadanía a la cual sirvo; y por ello me hizo de nuevo reflexionar sobre cómo dirigir y cómo conseguir hacer lo que quiero hacer. Sin duda pienso que el lado humanista y cercano es el éxito en nuestra gestión como servicio público. 

Esta pandemia nos ha traído muchas cosas negativas. Recordar con estas palabras a todas las personas que ya no están y rendirles homenaje humilde con estas líneas. Decirles que ojalá hayamos aprendido y que estos duros momentos también nos hayan dado una oportunidad de replantear el camino y que zapatos llevar para recorrerlo. 

Sin duda, hay otra manera de ser y hacer policía como dice mi querida maestra, compañera y amiga Rosa Ana Gallardo. 

En este camino y búsqueda me crucé con otros locos y locas que, justamente, pensaban como yo y que estaban haciendo grandes cosas para esa otra manera de hacer policía, desde pequeños y grandes lugares. Encontré a grandes amigos y amigas que me llevaron a ANAT( Asociación nacional de agentes tutores y tutoras), donde me acogieron, me escucharon y comprendieron. Tengo que agradecer a la Asociación, encabezada por Rafel Covas, haber confiado en mí desde el principio y agradecer también su enorme capacidad para dejar que me ilusione pensando que ya somos muchos y muchas los y las que tiramos de este carro y además apoyados/as por entidades como la FEMP, gracias a la cual podemos, en muchos casos, materializar todos los proyectos de formación y captación de adeptos/as para esta buena e imparable causa: “lograr una policía avanzada, progresista y cercana, donde el cuidado sea el eje motor”. 

Luchamos desde hace años para dejar atrás un modelo policial denostado y que creemos que está en crisis porque no es ya la que, acertadamente, demanda la ciudadanía. 

El camino está abierto y ahora de manera estratégica debemos reconvertir estos deseos en propuestas novedosas que permitan a la policía ser más permeable y no una institución estanca. 

No todo lo hacemos bien y tampoco hacemos todo mal, pero, está claro, que necesitamos parar y reflexionar. 

Mimetizarnos conlleva compartir, aprender de modos diferentes de hacer y analizar la información de lo que realmente es importante para mejorar la vida presente y futura de nuestra ciudadanía. 

Ocuparnos de nuestros/as menores, ancianos/as, personas vulnerables no es ser menos policía, es realmente, darle a esta profesión el sentido que una sociedad avanzada demanda, es caminar hacia la justicia social y mejorar la calidad de vida de todas y todos, especialmente de los y las que más nos necesitan. 

Desde ese camino de mimetización la policía podrá abrirse a la sociedad a la que sirve y sin dejar de utilizar el ordenamiento jurídico para mantener la paz social, debe innovar, aprender de otros y otras y no tener miedo a avanzar. 

Einstein afirmaba “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. 

Voto por la innovación, un trabajo policial pro-social y cercano, más humano y por ende más justo. 

Voto por la cercanía y por la ética del cuidado aplicado a todas las áreas policiales. Ese cuidado tiene que tener en cuenta también a los y las policías como cliente interno. Policías que son la imagen de la institución y que deberán ser reflejo de: tolerancia, diálogo y diversidad. 

En esta parte, podríamos afirmar que los procesos de selección del personal deberían replantearse e ir encarados a la búsqueda de este perfil de agentes. 

Un o una agente con amplias habilidades sociales, empático/a, dialogante, puede necesitar usar la coerción para el restablecimiento del orden público o para impedir la comisión de un hecho delictivo y lo hará. 

Una o un agente con escasas habilidades sociales, poco dialogante y con poca empatía puede utilizar la coerción, pero no sabrá utilizar las herramientas de las que carece. 

Esto sirve, por supuesto, también para mandos del equipo técnico y directivo. 

Seamos valientes en la selección y busquemos lo que podemos necesitar. Una receta solo sale bien con los ingredientes correctos. 

(*) Comisaria de la Policía Local de València

(**) Artículo aportado por su autora y publicado originariamente en el libro:  "El trabajo invisible de los agentes tutores y tutoras" editado por ANAT,( Asociación Nacional de agentes tutores y tutoras) en colaboración con  la FEMP y el Plan Nacional sobre Drogas. Presentado oficialmente el 3 de  noviembre de 2021.

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