domingo, 24 de febrero de 2019

La Gestión de la Reputación en los Cuerpos de Policía Local



Por Julio Conesa

El pasado 8 de enero de 2019, asistí a una de las Jornadas organizadas por la FVMP y la Agencia Valenciana de Seguridad y Respuesta a las Emergencias (AVSRE) en Castellón y entre las intervenciones me llamó mucho la atención las reflexiones realizadas por el concejal de Castellón Toni Lorenzo en el sentido de que era muy necesario trabajar por mejorar la imagen reputacional de la policía local, fomentando las alianzas para la convivencia.

Sin duda un concepto que debe abrirse camino cuanto antes al interno de la cultura policial.

En un mundo cada vez más interconectado y globalizado, gestionar la Reputación institucional y minimizar el riesgo reputacional son dos de los retos más importantes a los que se deberían enfrentar a diario los responsables de Policía Local.

Es muy importante la imagen que la ciudadanía tiene de su policía local, pero con preocuparnos sólo de la imagen dejaríamos de lado muchos factores que afectan directamente a la reputación de Policía Local.

La falta de diferenciación o claridad entre los conceptos de imagen y reputación es un problema común.

En este sentido, los expertos señalan que “lograr entender que tener una imagen positiva trae consigo una reputación saludable facilita los procesos. No se trata solo de ejecutar acciones para mejorar la imagen, se trata de tener una buena imagen el 100% del tiempo” (Juan Manuel Lancha)

Debemos trabajar por evitar el riesgo reputacional, aquel al que nos exponemos cuando el prestigio o imagen corporativa tienen altas probabilidades de ser perjudicados, bien sea por elementos internos como por terceros.

O dicho de otra manera, es toda aquella acción, gesto, evento o situación que puede impactar negativamente en la identidad que queremos trasmitir.

En este sentido, considerar mejorar quién eres realmente como institución tendrá un impacto en tu reputación, el proceso no es inverso. De ahí la importancia de adaptar cuatro recomendaciones básicas a plantear:

§   Definir el Plan Estratégico de Reputación Corporativa:

Sin un plan de reputación definido, lo que sucederá es que tendremos la comunicación externa sólo enfocada en solucionar problemas del día a día o crisis periódicas, en lugar de gestionar la imagen a futuro.

§  La Gobernanza Corporativa:

Es necesario entender la dualidad de la persona en cualquier contexto. En el caso de los cuerpos de policía local es necesario conocer la dimensión profesional y personal de cada uno de los componen; por tanto, es importante tener una política definida eficaz con las personas hacia dentro y fuera del ámbitos profesional, que incorpore todo el valor humano que aportan.

Las personas deben estar plenamente implicadas y para ello deben desarrollarse y planificarse las mejoras internas que lo permitan.

§  Reorientar la Responsabilidad Social:

Es necesario que los mandos sean conscientes del impacto real de confeccionar acciones socialmente comprensibles. No como una herramientas de imagen sino implantada en todas las decisiones que se adopten.

§  Aglutinar cultura corporativa:

Generar complicidades con el tejido asociativo y la vertebración de la ciudadanía para conseguir una identificación con una cultura de seguridad pública participada será parte de la organización en todos los niveles. Sin dudas, se generará un ambiente de confianza y reconocimiento.


Finalmente, y alineados con la propuesta de Lancha, el plan integral de toda la organización debe estar regido por principios éticos claros. Solo así se conseguirá una cadena de comunicación saludable: decisiones claras y argumentadas ante la ciudadanía aportarán una imagen positiva y, por ende, una reputación indiscutiblemente positiva.

jueves, 14 de febrero de 2019

Hay que mojarse contra la violencia en el fútbol


Javier Ojer Alonso (*)


Les pongo en situación. Dos fotografías totalmente distintas. En la primera un padre sostiene con su brazo izquierdo a su hijo, menor de edad, mientras su brazo derecho permanece levantado y haciendo el saludo nazi; el niño esgrime una peineta con  el dedo corazón de su mano izquierda. El escenario, un campo de fútbol inglés. En la segunda fotografía, una niña de apenas 4 años suspendida en el aire, con los brazos totalmente abiertos, una sonrisa inmensa y bajo ella un charco de agua situado en cualquier campo que uno se pueda imaginar.
Dos fotografías, efectivamente, totalmente distintas. Podría ser el inicio y el final de una historia. La historia de la agresividad, el lenguaje no verbal violento y la intolerancia, en el caso de la primera instantánea. Y la historia de lo que queda por hacer, del compromiso, de la llamada a la acción, a mojarse por erradicar la intolerancia de los campos de fútbol en el caso de la segunda. Dos fotografías que se pudieron ver en la jornada que organizó la sección sindical de CCOO en Policía Foral, y que reunió el pasado día 1 de febrero a casi un centenar de profesionales de la seguridad pública y privada en la Sala Nicolás Oresme de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Pública de Navarra.
Se trataba de abordar un fenómeno social preocupante, no exclusivo de nuestro país y que es necesario afrontar desde muchas perspectivas sociales y, entre ellas, la policial. El encuentro, al que además de profesionales de todos los cuerpos de seguridad que trabajan en Navarra acudieron letrados de la Federación Navarra de Fútbol y estudiantes de la facultad, fue inaugurado por el Delegado del Gobierno en la Comunidad Foral, José Luis Arasti Pérez. El trabajo que desde los poderes públicos se ha hecho y se hace para controlar el correcto desarrollo de espectáculos deportivos es innegable, pero también es verdad que la intolerancia hacia el contrario está en el ADN de muchos de los comportamientos reprochables que se ven en distintos campos de fútbol.
Tal y como afirmaron los cuatro ponentes que expusieron su experiencia, ante este fenómeno lo importante es la educación en valores, en respeto al contrario y en aceptación al distinto. De eso sabe mucho Esteban Ibarra, presidente de Movimiento contra la Intolerancia y conocido defensor de quienes sufren el acoso, el hostigamiento y la violencia por el mero hecho de ser diferentes de sus agresores. Los delitos sobre las personas por lo que son, siempre implican esa intolerancia, y los casos de violencia en el fútbol son un claro ejemplo de ello. Pese a que en nuestro país el control de la violencia en el fútbol es superior al del resto de países que nos rodean –recuérdese el dispositivo policial establecido en la final de la Copa Libertadores que se celebró en Madrid en diciembre pasado ante la imposibilidad de llevarlo a cabo en Argentina- lo cierto es que todavía queda mucho por hacer.
Los numerosos casos de enfrentamientos entre ultras de distintos equipos de fútbol con los que nos desayunamos frecuentemente ponen el objetivo en el cambio de tendencia que se está dando en algunos campos de juego. Se ha pasado del hooliganismo a la guerra de guerrillas.  Como dijo la presidenta de la Confederación Europea de Seguridad (EuroCop), Àngels Bosch cuando se requiere la actuación de la policía es porque el resto de instituciones sociales han fallado. La palabra siempre precede a la acción, pensamiento verbalizado también por Gabriel Trejo, experto en violencia urbana. Desde un punto de vista policial siempre hay que estar atento a ese lenguaje que nos rodea y que, en muchas ocasiones, por falta de formación, concienciación o recursos, pasa desapercibido. El fútbol es un negocio muy rentable. El 80% del despliegue de seguridad que se realiza en el deporte tiene que ver con éste. Muchos millones de euros que dejan al descubierto un innegable negocio.
No se entendería el exponencial desarrollo del deporte rey sin el acompañamiento de los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio, TV) y actuales (redes sociales). Gustavo Galarreta, experto en seguridad y persona muy relacionada con los mass media, habló de la necesidad de un férreo compromiso de esos líderes de opinión para evitar “alimentar” la tensión que se vive dentro y fuera de los estadios. El lenguaje que se utiliza es, en muchas ocasiones, el más idóneo para que las conductas violentas “campen a sus anchas”.
La realidad que rodea a la violencia en el deporte es poliédrica, tiene muchas caras: fuerzas de seguridad pública, cuerpos de seguridad privados, clubes de fútbol, empresas, sindicatos, organismos como Movimiento contra la  Intolerancia…Se ha avanzado mucho pero aún existe un déficit importante. Es necesario abanderar el principio de legalidad, aplicando las leyes como debe ser. Necesitamos una mirada actual, moderna, democrática y legal.

(*) Responsable Comunicación Sección Sindical CCOO-POLICÍA FORAL

lunes, 11 de febrero de 2019

La izquierda y la gestión de la seguridad en los espacios públicos.


Por Javier Munarriz Gandía

Los espacios públicos en nuestras ciudades (calles, plazas) son los lugares de encuentro, y de convivencia de la ciudadanía, donde llegan a confluir múltiples usos y aprovechamientos, así como  públicos diversos.  Es misión de los gobiernos locales y de sus policías, que esta “confluencia”, se realice en condiciones de civismo y seguridad. 

El catálogo de situaciones sin autorización municipal, que se dan en nuestros municipios, por el uso de los espacios públicos y de potenciales conflictos es muy amplia. Siempre generan tensiones y casi siempre somos l@s policías locales, a quien nos toca intervenir y resolver el conflicto.

En todas las situaciones que a continuación apunto,  existen  posiciones e intereses económicos, sociales, políticos e ideológicos contrapuestos. 

Unos defienden que pagan impuestos, frente a otros que no. Unos apelan a razones humanitarias, de desigualdad social, de libertad de expresión, argumentando que esos comportamientos no hacen daño a nadie, etc, frente  otros que nos exigen  aplicar la norma jurídica sin más. 

Pensemos  en el tránsito de patinetes o bicicletas por las aceras, donde al peatón le asiste el derecho a caminar sin sobresaltos; miremos aquellas esquinas donde se aposta un  grupo musical o persona, que ocupando una acera cantan y piden una colaboración económica; reflexionemos sobre la venta ambulante irregular de todo tipo, alimenticia, de productos artesanales, de productos falsificados, que se produce en los grandes municipios de forma extensiva; echemos una mirada a los municipios turísticos de playa o los centros históricos con  las personas que se dedican a tareas de aparcacoches a cambio de “la voluntad”.

Señalemos también que aunque se erradicó ya la mendicidad infantil, en municipios turísticos convivimos con personas que piden ayuda económica aludiendo a precariedades sociales (enfermedades, paro, necesidades familiares) en lugares muy transitados.

En todas ellas, somos requeridos para solventar dichos conflictos, como si l@s policías locales tuviésemos la varita mágica o pudiésemos consultar el libro de recetas rápidas y fáciles. De todas las situaciones expuestas, si excluimos la circulación de patinetes y bicicletas por lugares no adecuados, que concita una recriminación aprobatoria mayoritaria, y de los cantantes espontáneos, donde la división de opiniones es manifiesta, prácticamente del resto, detrás de la mayoría de estas situaciones aparece una causa de desigualdad económica y social, de migración, en suma de subsistencia vital.

Nosotros los hombres y mujeres de las policías locales, también tenemos corazón. Somos ciudadanos con uniforme ocho horas y otras dieciséis ciudadanos de a pie, con los mismos sentimientos, y preocupaciones que el resto de ciudadanía, pero con unos deberes deontológicos que nos obligan.

Es bastante habitual que nuestras intervenciones generen división de opiniones entre el público espectador y lo más desagradable es recibir descalificaciones de que somos fuertes con los débiles y débiles con los fuertes. Pero siempre nuestras actuaciones se guían por los principios jurídicos de: legalidad, necesidad, idoneidad y el de proporcionalidad.

Se pueden sintetizar en dos notas; legalidad y proporcionalidad. Pese a lo arriesgado de meter a todos los gobiernos en el mismo saco, por supuesto habrá excepciones, cabe preguntar a los gobiernos municipales de izquierda, nacidos en el 2015, y preguntarnos,  si han hecho sus deberes, respecto a la modificación de las ordenanzas municipales o han puesto los medios para afrontar dichas  situaciones. Mi respuesta es que no. Basta leer los programas electorales de mayo del 2015, para detectar las carencias en este campo. No se recogían respuestas a estas problemáticas. Incluso en los que sí apostaban por una nueva forma de hacer política, ejemplo de nuevos enfoques en el tema de venta ambulante ilegal, como fueron Madrid y Barcelona, dibujando alternativas como cooperativas, pocos de estos proyectos se han materializados a día de hoy. 

Leyendo las noticias proporcionadas por los medios de comunicación, asistimos a un cruce de reproches tanto externa como internamente en los ayuntamientos, llegando a mezclarse también cuestiones sindicales y políticas.  Pero debajo de todo este ruido mediático, ligado a lo que hacemos o dejamos de hacer las policías locales en los espacios públicos, me da la sensación de que los cambios de políticas y de normativas para encarar con nuevos enfoques ciertas situaciones de desigualdad no están teniendo la celeridad que la sociedad demanda. 

También a nivel interno en los cuerpos policiales, tampoco se avanza en protocolizar las actuaciones, que den luz y parámetros en la intervención. Está claro que son temas complejos, pero se deben abordar para orientar la acción de las patrullas en los espacios públicos. De tal forma que l@s policías locales tenemos que seguir haciendo frente a estos viejos conflictos, sin nuevos instrumentos legales, ni enfoques operativos detallados. Ante ello, tenemos que explicar tanto a la ciudadanía en general como en algunos casos a políticos de gobiernos municipales de izquierda, que no podemos cerrar los ojos, ni dejar de intervenir. Estaríamos haciendo dejación de nuestras obligaciones con responsabilidades administrativas, e incluso penales. Cambien nuestro poder discrecional, no puede ser arbitrario (intervenir siempre o dejar de intervenir) y estará siempre  ligado  a los principio de legalidad y proporcionalidad.

Estando al final de la legislatura y desde una posición de izquierda, pediría al menos, a los partidos que se sitúan en esta orilla, que hiciesen un esfuerzo en la redacción de los programas futuros municipales, en pasar de lo abstracto o conceptos que políticamente aparecen como modernos en léxico policial, a dotar de contenidos las propuestas, con imaginación y valentía. A comprometerse que pasado un año desde las elecciones, después de escuchar a todos los actores políticos, sociales, y profesionales de los municipios, fuesen capaces de elaborar programas directores, para saber la ciudadanía y los profesionales de la policía, por donde transitaremos.

El tiempo nos dirá.



viernes, 1 de febrero de 2019

Reflexiones sobre la promoción en la Policía Local de la Comunidad Valenciana


Comparativa con el acceso al resto de puestos de la función  publica local.

Por Amparo Gimeno Andrés

¿ Somos personal funcionario de la administración local?

Sabido es que dependemos  de las Corporaciones locales y de las normas reguladoras de las mismas, al igual que  el personal funcionario  de urbanismo, recursos humanos, contabilidad, cultura, régimen jurídico,  servicios sociales, etc. lo cual,   con el paso  de  los años me ha llevado a una reflexión que quisiera compartir.

Hace ya muchos  años, aprobé como agente de policía local; Al mismo tiempo que yo, una compañera  aprobó como  auxiliar administrativa  en la misma  administración. Ya entonces el examen que hizo una y otra fue muy diferente,  claro pensé yo, para ser policía hay que demostrar mucho mas,  has de estar en forma, estar sana , demostrar conocimientos  muy específicos etc.  en aquella época, lo entendí.

Pasaron los años y  ambas quisimos promocionar. Yo tuve que volver a  pasar por un sin fin de pruebas para conseguirlo: otra vez  pruebas físicas, otra vez  demostrar  mi  aptitud     psicológica , volver a demostrar mis conocimientos técnicos, volver a desarrollar un  temario casi igual que el anterior,  volver a  demostrar que sabia escribir y traducir la lengua valenciana, demostrar conocimientos  prácticos, volver a demostrar conocimientos sobre el término  municipal en el que llevaba trabajando un  sinfín de años, volver a demostrar que estaba sana con un reconocimiento médico …,  ella , no obstante  sólo tuvo que demostrar conocimientos técnicos . “curiosa diferencia”. 

¿Por qué ella no necesitaba  demostrar que sabia valenciano, no necesitaba estar sana para   ascender, no necesitaba conocer el término municipal en el que trabajaba? Ah, y tampoco necesitaba  pasar por un curso básico en ninguna escuela  para que se consideraba que era apta.

Sin hablar de la tasa.  A ella  optar a examinarse le costaba  50€, (25  multiplicado por dos pruebas) y a mi 250€ (25 multiplicado por 10 pruebas: psicotécnico, pruebas  físicas, cuestionario, tema actualidad, desarrollo, valenciano, supuesto practico,  reconocimiento medico y grupo V.)  Buf  “demasiadas diferencias” ; cuanto más se ha repetido esta situación, más injusta y descabellada he visto la desproporción.

Y es que el colectivo de policías   a veces pienso que somos “masoquistas”; durante años    nos hemos  legislado  desde el propio colectivo  y nos  hemos  legislado, siempre con la  premisa de  querer lo mejor, de exigir la máxima profesionalidad y  de que ,quién  formarse la escala de mando fuesen las personas mas aptas, mas capacitadas, mas  preparadas posible pero  a la vez “ en contra” del  sentido común .

Así pues, después de una larga carrera profesional  he llegado a la conclusión  de que  los únicos factores que debería tenerse en cuenta para  promocionar  son aquellos  en los que se pueda medir la capacidad de mando, de liderazgo, de dirección y gestión de grupos, y por supuesto conocimientos técnicos suficientes como para   establecer una diferencia con la escala básica.

No creo que  superar  una pruebas físicas  sea  determínate para demostrar que se es capaz de mandar o dirigir; tampoco creo que sea necesario demostrar capacidades  medidas con test aptitudinales  tras  haberlas demostrado ya en el acceso; por otro lado, determinadas dolencias físicas propias de la edad ¿realmente invalidan para el mando?  Será algún mando mejor o peor porque le falle el oído, por ejemplo …?

Estoy segura de que much@s de vosotr@s  os reconoceréis  en estas reflexiones,  habréis  “sufrido” e invertido tiempo  que no teníais, restado  a vuestras familias  para cumplir un sueño… que no pudo ser, por un mal día, por una lesión, por una otitis… (que absurdo,  porque sí seguisteis siendo policías.)                                                                                                             
La nueva ley , su apuesta por la carrera profesional y todo el desarrollo que de ella se va a hacer  nos da la ocasión de  cambiar el futuro, de cambiar el camino a seguir, de que el procedimiento que se establezca   sea suficientemente ágil para cubrir vacantes de mandos de forma permanente y en un plazo lógico para atender necesidades de estructura y  organización y sin tener que   someternos  a “ un calvario” que no conduce a ninguna parte .

Volvamos a la comparativa del principio, seamos  como el resto de personal de nuestra administración: valoremos conocimientos  técnicos específicos y   pruebas de carácter práctico   y dejemos  el resto para el  Plan de prevención de riesgos  laborales por ejemplo.
  •  Necesidad de mantenerse en forma física como parte del trabajo diario:  SI
  •  Necesidad de vigilar y mantener la capacidad psicológica adecuada:    SI
  •  Necesidad  de  conocer el municipio por el que se desarrolla nuestro cometido:  SI
  •  Necesidad de  conocer la lengua de nuestra comunidad y otras muchas:   SI
… pero  para  tod@s y para continuo,  NO para  marcar la diferencia en la promoción.


Un Saludo.
Amparo Gimeno Andrés.