sábado, 26 de febrero de 2022

Alarma en la Policía Foral Navarra por el aumento de las agresiones externas.

 


Por Javier Ojer Alonso (*)



Comenzaré por el final. Las agresiones a los y las agentes de la Policía Foral están aumentando. Fin de la cita. Es una situación que, desde CCOO, venimos denunciando desde hace años en Navarra; también en Europa, como miembros de la Confederación Europea de Seguridad (EuroCop). Es un fenómeno que, desafortunadamente, no solo nos afecta a nosotros, sino que se expande de forma peligrosa por el conjunto de cuerpos policiales españoles y europeos.


En el año 2011 se registraron 16 agresiones en la Policía Foral. Diez años después, en 2020, la cifra aumenta hasta las 53, es decir, experimentamos un incremento en la violencia hacia la policía de un 331%. Una cifra inasumible por nuestro colectivo y que con ella se pone de manifiesto que algo se está haciendo mal.


Dentro del ámbito de la prevención de riesgos laborales, cuando se habla de agresión externa se pone el foco en todas las amenazas, insultos y lesiones que pueda sufrir el personal de la Administración en el ejercicio de su actividad profesional o como consecuencia directa de la misma. Así, se identifican las agresiones físicas, las amenazas, los insultos, las amenazas e insultos, las amenazas y agresión física, las amenazas, insultos y agresión física, y los insultos y agresión física. Como se puede observar, la agresión física está prácticamente en todas las tipologías posibles.


En el caso de la Policía Foral es evidente que cuando una persona, en el ejercicio de sus funciones, sobre una agresión, normalmente, ésta es física. Ni qué decir tiene que a una agresión física le acompañan, en la mayoría de las ocasiones, los insultos y las amenazas. La palabra precede siempre a la acción. Alguno podría inferir de estas afirmaciones, aquello de que estas situaciones “van en el sueldo”. Pero no, el hecho de ser policía no implica la obligatoriedad de tener que asumir como propias unas situaciones violentas que nadie debería soportar.


Pero quedémonos con ese aumento del 331% de estas acciones violentas sobre los legítimos garantes de la seguridad pública de la ciudadanía. Una cifra a la que hay que poner freno desde la propia Administración. Una cifras, las de las agresiones que, en el período comprendido entre 2011 y 2020 han pasado de 16, 36, 18, 26, 27, 37, 25, 37, 43 hasta los 53. 


¿Por qué aumentan las agresiones a los policías? Muchas son las razones que se pueden dar para explicar el comportamiento de una pequeña parte de la sociedad que atenta contra los agentes de la autoridad. Si vemos los datos de 2019, previos a la pandemia de la Covid-19, en ese año se produjeron 43 episodios violentos contra policías forales. Un año después, y ya inmersos en la vorágine de la pandemia, aquellos aumentaron un 123%, llegando hasta los 53 casos. Téngase en cuenta que en 2020 hubo varios meses en los que la movilidad de la población se vio reducida de manera importante. Aún así, las agresiones aumentaron.


CCOO es el único sindicato de España que representa a todas las policías autonómicas y locales en EuroCop, como miembro de pleno derecho. Esta Confederación es el único organismo representativo de la policía que es miembro de la Confederación Europea de Sindicatos (ETUC) y de la Federación Europea de Sindicatos (ETUF); también tiene derechos de participación en el Consejo de Europa.


 El pasado 8 de febrero, el Presidente de EuroCop, Callum Steele, pidió al Parlamento Europeo que tome medidas sobre la epidemia de violencia contra los policías. Afirmaba, acertadamente, que los policías son los protectores de primera línea de la sociedad, y que han estado sujetos a presiones sin precedentes en los últimos dos años mientras hacían cumplir los cierres y restricciones por la COVID-19. Estas restricciones, altamente politizadas y singularmente desafiantes desde una perspectiva social, han ejercido una presión inimaginable sobre los policías europeos, tanto desde la perspectiva de la salud física como de la salud mental. De hecho, los policías no solo tienen un mayor riesgo de infección y reinfección por esta enfermedad, en comparación con la población general, sino que también han soportado la peor parte de la ira social con respecto a los bloqueos que ha implementado la gran mayoría de los gobiernos europeos. 


Cuando los políticos guardan silencio sobre la violencia que se inflige sobre los policías, los violentos se envalentonan, y esto desalienta a la sociedad. Si la violencia contra la policía se percibe como aceptable, la violencia en general aumenta y, como consecuencia, aumenta la inseguridad ciudadana. Hagan algo, señores y señoras políticos. Den a la policía los instrumentos legales y materiales necesarios para garantizar el libre ejercicio de los derechos y libertades de la ciudadanía.


(*) CCOO-Policía Foral Navarra

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