Por Julio Conesa.
Los pasados día 6 y 7 de marzo se
celebró en Valencia el IIº Congreso Internacional de Policías Locales
organizado por la Agencia Valenciana de Seguridad y Respuesta a las Emergencias
y el IVASPE con el lema: “Policías del siglo XXI comprometidos/as con la
igualdad y la seguridad”
Dos días intensos de ponencias,
debate y conversaciones entre asistentes, en un número muy elevado mujeres y
esperanzadoramente “jóvenes”.
La feminización de la profesión
se abre paso con objeto de ir consiguiendo un equilibrio sumamente necesario
entre mujeres y hombres policías. Si alguna cosa me quedó claro durante las
jornadas, es la necesidad de romper esquemas, subvertir la realidad a la que
estamos acostumbradas las policías.
Ya nadie duda de que una sociedad
tan compleja como la actual, requiere de intervenciones diferentes, desde otro
prisma, ante los viejos retos (no superados) y los nuevos que llegan o están
por venir.
Y en este contexto hacen falta
por igual, la mirada del hombre y la de la mujer, cada una con sus matices, sus
perfiles naturales, sus destrezas. En una comunión perfecta para evitar dejar
flecos y capacidades desatendidas.
La sociedad requiere de ese
cambio de paradigma.
Pudimos comprobad de primera
mano, como desde Nueva York, o Méjico, pasando por la representación de la
Ertzaintza, de Mossos d’Esquadra,
Guardia Civil o Policía Nacional ponían el acento en la necesidad de aprovechar
todas las potencialidades que implica la incorporación real (no formal) de la
mujer al quehacer policial.
Como se felicitaba a los Cuerpos
de Policía Local Valencianos y en concreto a la Generalitat por el importante
avance legislativo que supone la incorporación legal de las acciones tendentes
a garantizar una reserva de plazas para la mujer que permita en el menor tiempo
posible alcanzar un equilibrio mínimo básico de 40%. Y trabajar por romper el
techo de cristal en las categorías mas altas de la estructura jerárquica.
Me llamó mucho la atención el
empeño personal de la Alcaldesa del municipio de General Escobedo, en el área
de Monterrey Nuevo León-México, por transformar su policía en una institución
moderna, democrática, profesionalizada y vinculada con la realidad de su
sociedad a la que sirve, algo que aquí consideramos básico y que allí le ha
costado a ella afrontar 13 atentados terroristas por dicho empeño, perpetrados
por las mafias locales.
El enfoque dado a los nuevos
retos que se van abriendo en nuestro trabajo diario de servicio público como el
de mediación, las unidades de atención a las victimas en general, y los
servicios de atención a las victimas de violencia machista en particular y la
especial relevancia que en todo ello tienen los valores y capacidades que
aportan las mujeres policía.
También el necesario enfoque en
la prevención que hay que dar a la planificación y programación del trabajo
(sin olvidar el trabajo reactivo) fruto del cual, se constata en términos
matemáticos, que desciende importantemente el nivel de criminalidad y la
sensación ciudadana de inseguridad.
Y sin duda, durante las jornadas
de trabajo, los testimonios, las exposiciones, las intervenciones documentadas
y apoyadas en datos, abundaron en la idea de incrementar la presencia de
mujeres en los cuerpos de policía, en revisar las políticas públicas en esta
materia. En buscar fórmulas que permitan reclutar más mujeres, que sientan la
necesidad y la posibilidad de ser policía, de cumplir con esa ilusión de
servicio.
Los datos demostraron que el
problema no está en el número de mujeres que aspiran a ser policía, el cual ha
ido creciendo, aunque no aún en número suficiente. El problema está en porqué
no alcanzan un porcentaje razonable de ingresos en los Cuerpos. Qué mecanismos
existen en los procesos selectivos que dificultan su acceso a los puestos de
trabajo.
Viendo a la ponente Leoanna
Guillen, Oficial de la Policía Metropolitana de Nueva York, se me ocurrió
pensar que aquí, en nuestra tierra aún seguimos anclados en esquemas mentales
muy viejos. En unos perfiles de policía que se por lógicos o de sentido común,
pero que hoy en día ya no sirven.
¿Cómo se justifica por ejemplo
que tomando como referencia la talla media de la población masculina española
se rebaje un 9% la que se exige en la oposición y sin embargo en el mismo
supuesto, a las mujeres que se presentan a las oposiciones se les rebaje frente
a la media nacional sólo un 3%?
Y esto solo es un ejemplo de las
cosas que desincentivan a muchas mujeres, por no hablar de los mensajes
subliminales (es una profesión de hombres) o los directos (no te presentes,
aquí no quieren mujeres) que en ocasiones se tienen que oír.
En fin. El camino va a ser largo.
Lo vamos recorriendo poco a poco, pero todo llegará.
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